Paz
sin roncha es sospechosa. Tranquilidad sin haber superado las grandes
dificultades no luce posible, consecuente, ni siquiera lógico. Mientras más
frágil sea la mezcla, más endeble resultará la construcción, sin duda. La
fortaleza nunca resulta de la mera pulitura, de los mimos, de la mentira. Un
músculo fuerte no es la consecuencia de la delicadeza de los masajes, de la
elocuencia de los discursos, de la agudeza de los análisis. Hay que pasar
roncha. Hay que abrir bien los ojos, buscarle la vuelta al asunto y con las
ganas muy en contra, ir construyendo la verdadera tranquilidad, la fuente
indiscutible de la paz futura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario