Siento cómo la
plenitud se va posando sobre mí. Percibo cómo se van derrumbando algunas
barreras infranqueables hasta ahora. Aprecio cómo ciertas toxicidades del
pasado se deshacen sin despedirse. Siento una tranquilidad que inquieta. El
ruido del entorno va desapareciendo y comienzo escuchar sonidos desconocidos
que me secuestran y me reconfortan. Desde mi silla de siempre, veo cómo lo
mismo de todos los días va ganando colores vivos, matices interesantes… es lo
mismo, pero visto con ojos nuevos. No sé adonde me llevará esta sensación de desenfado
y disfrute, si podría catalogarse de “buena” o “mala”, pero me está alejando
del camino que solía tomar para sentir y hacer, y lo que mi ego tanto se
resiste con cada vez menos fuerza y en medio de las nuevas luces, es a
deshacerme de lo que hasta ahora he amado, de mis modelos y logros, esos que
siento que poco a poco se van secando ahí, sin dolor, delante de mí.
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