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viernes, 3 de mayo de 2019
Conjugar la muerte
Yo moriré,
tú morirás, él morirá, toditos moriremos, vosotros moriréis, ellos morirán. Dicen
que hasta los niños lo saben, que todos lo sabemos. Pero desde aquí no parece
que “sepamos” un carajo. Cuando llega la muerte de alguno de nosotros, el
convocado hará el berrinche al que tiene derecho y, con el drama acorde a la
percepción de su sentencia, llegará la tristeza y se sentará a su lado por un
rato, hasta saber si es una parada interesante o es el final del recorrido. Parece
normal, parece lógico, parece necesario. Habría que ver si el paseo pareció aburrido,
pero justo a la salida, nos quejamos de lo rápido que fue y reclamamos un rato
más. Tal vez el paseo no fue tan aburrido como lo expresó el indiciado. Tal vez
durante el paseo se omitieron las atracciones especiales. Tal vez el paseo fue
desperdiciado, y ahora, como carajitos malcriados nos dimos cuenta así de
tarde. ¿Y tú? ¿Qué tal tu paseo?
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