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lunes, 27 de mayo de 2019
Buscar el propósito
Tener
un propósito. Buscarle el propósito a todo, a lo que hago o a lo que ocurrió. “Lo
mejor es lo que pasa”, dicen algunos. Yo no sé si lo mejor es lo que pasa, pero
definitivamente es lo que pasa y comenzamos a jugar peligrosamente con el “no
debería ser así”, pero lo es: siempre lo es. Con tan pocas cosas que dependen
de nuestro control, de nuestra decisión, como que es mejor buscarle la vuelta, tratar
de ver más allá de la emoción, buscar un propósito. ¿Que parece acomodaticio?
Tal vez. ¿Que estoy tratando de que las cosas no me afecten tanto? Puede ser. ¿Qué
estoy inventando? Quizás no. Lo cierto es que todo se siente mejor si se le
atribuye un propósito. Todo cuadra, todo encaja. Nada queda desperdigado. Si le
viésemos el propósito a todo lo que ocurre, si pudiésemos detectar una
alineación tanto en los elementos de la vida diaria como en los acontecimientos
extraordinarios, sería casi como participar en el milagro. Si no quieres hablar
de la autoría, de creencias o de cualquier predisposición establecida por el
humano, estoy de acuerdo, pero debes admitir que cuando hablamos de
casualidades, las lanzamos inmediatamente al cúmulo infinito de misterios
aparentemente inconexos que no estamos preparados para entender en este
momento. A fin de cuentas, el propósito implícito de las cosas viene dado por
un orden que se escapa a nuestra limitada comprensión del universo y de sus
leyes aún no develadas. Estamos tan acostumbrados a descomponer con afán todo
en sus partes y en concentrarnos en cada una de ellas, que normalmente olvidamos
que hay un todo que las contiene y les da sentido… que les otorga un propósito.
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