Claro
que lo haces muy bien, pero a los ojos inexpertos, a los ojos que no sienten. Sólo
simulas con excelsa perfección. De cien, noventa y nueve; y el uno que te falta
desentona en mis sentidos. Puedes entrenarte, valerte de la tecnología para
acercarte a la realidad que pretendes, pero sabes que es sólo un fastuoso
simulacro. Sí, lo sé. Llegaste donde muchos no pudieron llegar, ni siquiera con
la autenticidad en sus alforjas. Claro que sé eso que te empeñas en decir, pero
mírame: esto sentado en este cómodo rincón mirando tu desatinado performance. Para mí todo tu andar es
una tramoya, una farsa que ha tenido acogida. No creo ni quiero que siquiera consideres
mis argumentos. Cada vez que pasas cerca no me miras ni te dejas ver, cambiando
tu lado del corredor. Por ahora, sé que necesitas el reconocimiento urgente de la audiencia, y
hasta tienes el derecho. Por ahora, sigue disfrutando de lo que despiertas en
los demás; con suerte, la nueva verdad se escribirá a partir de lo que haces
ahora; y todos los demás, los que conocimos el origen de tu caricatura,
quedemos como unos pobres e inútiles testigos de la moderna anacronía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario