Sal de ese celular y encuéntrate con
el saludo fraterno. Sal de esa computadora y recupera el apretón
de manos, el abrazo cordial. Sal de el televisor e intenta tus
propias decisiones, una existencia real. Sal del entretenimiento
constante, pernicioso que hace que tus días se consuman, te
consuman. Sal de esa oficina, que te quema tu creatividad
encerrándola en cuadritos de formularios gastados. Sal de esa casa y
revive el sol en tu piel, el mar en tus pies, el viento en tu guiño dormido.
Vive.
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