No más zancadillas al amor. No más
tonterías que engullan el tiempo que hará falta mañana. No más
idioteces que arranquen caricias y besos de su sitio, de su momento
para perderlos por siempre. No más estupideces empujadas por un
pretendido orgullo, por una falsa dignidad que hagan de este instante
uno muerto, uno con necesidad innecesaria de ti. No sigamos colocando
corazas a lo que debería lucir terciopelo. No continuemos inyectando
crisis sin futuro, sin aprovechamiento a esto que comienza a perder
impulso, aliento. Mientras más cueste una disculpa sincera, la
tragedia se irá acercando, sólo esperando el momento en que lo
nuestro quede como una cáscara vacía, un contenedor de la nada, un
espacio estéril para estrellarlo contra el suelo inexorable. No
sigamos asesinando, entre supuestos lamentos razonados, lo que nos ha
provisto de la mayor sensación de vida en estos últimos tiempos. No
seamos imbéciles.
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