Te
sustituiré con un par de libros. Te sustituiré con el teatro, con películas
malas de cine. Te sustituiré con ejercicio necesario para la salud. Te sustituiré
con nuevo ajuar. Te sustituiré con muletillas, con por lo tantos. Te sustituiré
con música y licor. Te sustituiré, si te dejas, con mi oficio, con mis compromisos
sociales. Te sustituiré con mis amigotes. Te sustituiré con otras noches, otros
amaneceres. Te sustituiré con reflexiones de los más estiradas, de lo más
arraigadas en la cotidianidad ajena. Te sustituiré con muchas cosas que tengo a
la mano. Te sustituiré, por ejemplo, con manualidades que me salen tan bien,
con dibujos, videos y escritos. Te sustituiré con largas caminatas y coqueteos
inútiles. Te trataré de sustituir con otra piel, con otro aliento. Iré con todo
y buscaré una mano que se atreva a acariciarme. Me desbocaré sin miramiento y
cometeré crímenes de extrema humanidad. El miedo repentino me hará mirar por la
ventana y tomar el tren que dé vueltas y vueltas mientras bajo la neblina. No me
importará, según mi vocecita interna, la chismosa, la insidiosa que sólo se
vale de ese pasado para mirar el futuro. Te sustituiré con cosas que girarán, y
como centrífuga burlona dejará ver el inmenso hueco que hay en el centro, en lo
profundo, en el ojo silencioso del huracán. Te sustituiré… eso dalo por
sentado, aunque eche todo a pérdida.
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