Pasó a un lado de nuestra mesa. Nos dimos cuenta de inmediato y nos levantamos. Me le acerqué sabiendo que era la última oportunidad que tendría de verlo y que, a pesar de ser un sueño, era suficiente para decir adiós como me hubiera gustado cuando supe la noticia. Ella, que permanecía a mi lado, me miraba como entendiendo la situación cuando ya yo lo abrazaba con mucha fuerza, como podía, mientras saltaban las lágrimas de mis ojos. Después de separarnos, desapareció en la oscuridad con una sonrisa cómplice en el rostro. Me di por servido. Creo que fue suficiente para dejarlo ir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario