Un enemigo menos. Cada día debo darme cuenta de algo que haya omitido. Cada día que pase debo eliminar un enemigo, real o imaginario, de mi vida cotidiana. Al finalizar cada jornada, debo haber identificado un foco potencial de enfermedad mental o física. Debo ir descontando la carga que sin darme cuenta he ido acumulando durante estos años y que ahora se vuelve en mi contra. Pero antes, tengo que darme cuenta de cuáles son esos bichos. Podrían ser la sal, la culpa o la mala junta. Podrían ser el miedo, las creencias o el autoengaño. En fin, podría ser cualquiera, pero lo importante es quitar, una a una, su presencia saqueadora de salud, de paz, de tranquilidad y para eso debo abrir mejor los ojos, estar atento: ir a la cacería de villanos autopropinados, pues.
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