Yo
soy el mejor. Soy el mejor y no me importa la sencillez. Yo llego tarde. Yo rompo
las reglas y me doy el permiso para fallar. Como soy el mejor, soy perdonado. Como
soy el mejor, me necesitan. Como soy el mejor, conservo mi puesto. Yo logré mi
sueño. Yo me arriesgué y gané. Yo soy uno de los que se para en la cima con su
trofeo y grita que todo es posible. Yo no trabajo en grupo. Yo prefiero
trasnocharme por sacar una idea adelante y mostrar mi logro a la colectividad
expectante. Yo obtengo el reconocimiento que merezco, porque soy el mejor. No me
negarán que hay cierto placer en echarle en cara a los demás que soy el mejor…
no puedo evitarlo.
Espero que te guste el contenido. Para sugerencias, objeciones, protestas o propuestas, escribe a "leonardo.rothe@gmail.com"
miércoles, 28 de noviembre de 2012
lunes, 26 de noviembre de 2012
Sólo es un simulacro...
Claro
que lo haces muy bien, pero a los ojos inexpertos, a los ojos que no sienten. Sólo
simulas con excelsa perfección. De cien, noventa y nueve; y el uno que te falta
desentona en mis sentidos. Puedes entrenarte, valerte de la tecnología para
acercarte a la realidad que pretendes, pero sabes que es sólo un fastuoso
simulacro. Sí, lo sé. Llegaste donde muchos no pudieron llegar, ni siquiera con
la autenticidad en sus alforjas. Claro que sé eso que te empeñas en decir, pero
mírame: esto sentado en este cómodo rincón mirando tu desatinado performance. Para mí todo tu andar es
una tramoya, una farsa que ha tenido acogida. No creo ni quiero que siquiera consideres
mis argumentos. Cada vez que pasas cerca no me miras ni te dejas ver, cambiando
tu lado del corredor. Por ahora, sé que necesitas el reconocimiento urgente de la audiencia, y
hasta tienes el derecho. Por ahora, sigue disfrutando de lo que despiertas en
los demás; con suerte, la nueva verdad se escribirá a partir de lo que haces
ahora; y todos los demás, los que conocimos el origen de tu caricatura,
quedemos como unos pobres e inútiles testigos de la moderna anacronía.
viernes, 23 de noviembre de 2012
Una tormenta en un vaso de agua
Quiero
ahogar la pensadera en agua salada, en tierra mojada, en pasto, en cielo azul y
lluvioso; en frío abrigado. Quiero salir del agobio del razonar y elevarme para
describir mi necia miopía desde lo alto para establecer, con sabios anteojos,
el vaso de agua con tormenta desatada… toda esa ridiculez, de este hastío que
se ha prolongado ya bastante.
martes, 20 de noviembre de 2012
La teoría descarriada
La
teoría gobernará a la práctica porque de ella proviene, porque a ella organiza.
La teoría deberá gobernar a la práctica al menos por pocos pasos; porque es innegable
que nuevos casos serán registrados, y ésto seguirá enriqueciendo las tablas y
las bibliotecas teóricas más adelante. La temible torcedura es cuando la teoría
se enquista y comienza a estorbar. El enredo peligroso es cuando la teoría es
rebasada por la realidad y pasa de ser guía a ser una falacia, una mentira. Y es
en ese momento cuando quienes no se percatan de la realidad, hacen de la nueva
mentira, una verdad que impone, que destruye, que lapida lo que en un inicio
pretendía honrar.
Al fin tuve el poder
Al fin tuve un puesto de poder. Nadie lo quería en aquella difícil
coyuntura y levanté la mano. Al fin me dieron el extremo principal de la mesa. Aquí
traje mi maletín repleto de ideas, de productividad, de justicia: ¡Ah justicia!
Limpié el tablero, tomé mis fichas y comencé a ordenarlas como siempre creí que
deberían ir para mejores resultados. Escribí las reglas, las sanciones –porque Uds.
saben que norma sin control es una ridiculez-, y llegó el momento de la verdad;
el momento de poner en práctica lo que tanto quise que fuese realidad. Con mucho
temple y orgullo eché a andar el juego. No había mucha experiencia, pero era
cuestión de sentido común. Sin embargo, y llegando antes de lo previsto, se
asomaron las sombras del pasado, las de las malas mañas, las mafias del contexto.
Con el poder otorgado a mí, con el cetro firmemente en mis puños, fui
implacable con las peticiones de los torcidos. Los apartaba y seguía mi camino,
construyendo caminos nuevos para lo justo, para lo correcto. Me sentí aún más
orgulloso, viendo que se podían lograr cambios éticos, aunque la efectividad no
fuese la deseada. Pero no duró mucho todo aquello, todo ese ambiente revoluto
de bienestar comenzó a colapsar. Comencé a sentir punzadas en los costados,
zancadillas en los tobillos, porrazos en mi cabeza. Intenté seguir caminando,
pero era inútil; el mareo, el dolor y el desconcierto me halaban hacia el suelo
de la derrota. Cuando caí, sentí que botas insospechadas pasaban sobre mí,
pisoteando la tarea que apenas nacía. Al pasar la estampida, y todavía en medio
del polvo logré escuchar de la última silueta que detuvo su carrera para
decirme: “Qué iluso eres. Espero que hayas aprendido a no estorbar a lo
inexorable”.
martes, 13 de noviembre de 2012
Quiero siempre colores
Quiero que lo nuestro sea siempre
colorido. Quiero vivir una aventura permanente, que vaya tejiendo
nuevos momentos a medida que pasen las horas. No quiero dormir en el
laurel fatídico de la rutina sin sentido. No quiero parar. Quiero
que se note cierta picardía en medio de las tranquilidades, que me
guiñes los ojos en medio de tu cansancio. Quiero un invento hecho
con tu lápiz, con tus manos o con caramelos. Quiero una morisqueta
en medio del oficio, una voz fingida cuando pases a mi lado, un
gemido sarcástico cuando te hable en serio. La rueda no deberá
parar porque sería como el corazón que se detiene y sólo espera su
muerte. Claro que quiero grandes proyectos, pero no quiero que el
camino hasta la tan soñada meta no esté lleno de inanición, de
soledad, de desencuentro. Anda, chica, levántate y dame aunque sea
un besito en el cachete, que esto de la plomería no es lo mío.
lunes, 12 de noviembre de 2012
Qué problemita
No
sabía que tenía un gran problema, hasta que alguien que sabe mucho me dijo que
sí. A medida que me lo describía y analizaba, el problema iba creciendo hasta
que se dejó ver como tremendo inconveniente más. Él se lo dijo a otros para
formar un equipo de ataque al problema, y la complicación ganó un espacio extra.
Cada uno de ellos, todos buenas gentes, me preguntaban y trataban de esquematizar
mi problema –por supuesto, para solucionarlo-, pero tanto ruido y presión
convirtieron la lista de tareas pendientes en varios problemas juntos y
adicionales. La vergüenza era un problema. La frustración y la incertidumbre eran
otros más. Total, mi hermano, que de un problema que no sabía que tenía, ahora luzco
muy bien encaminado, entre escaramuzas y tumultos, estoico, pecho afuera, hacia
la resolución de mis 52 problemas.
domingo, 11 de noviembre de 2012
Qué vaina con lo prohibido
Qué vaina con lo prohibido. Qué problemón con la picardía desmedida. Qué
cosa, eso de objetar las normas de los demás y hasta conspirar. Qué empeño en
desear lo negado, lo que, con cada negativa, luce más apetecible. Qué vaina con
la fallida empresa, en la que obteniendo por transgresión el objeto deseado,
nos confina al anonimato, al escondite protector. Claro que sí, muchos reirán y
se vanagloriarán con su botín… y hasta cabe aplaudir bajito su osadía. El problema
está en el otro grupo, en ese que consiguió perpetrar su pecado y acumular cada
trofeo en su sótano oscuro. El entuerto máximo está en ese grupete entrenado
con soltura por la práctica diaria, que delinque y se aburre de inmediato de su
beneficio, dejando a su paso los restos de su necedad perniciosa, de su peculiar
manera de suicidarse.
El esclavo será otro
El
pragmatismo se deslizará a los largo de los años y envolverá la delicada
ingenuidad de antaño. La pasividad tranquila cobijará al ímpetu por saltar torpemente,
por impulso. Un poco de cinismo será el condimento para cada respuesta requerida.
La picardía comedida inutilizará a la expresión burda, a la palabra ligera. El encanto
de una mirada dejará encerrada a la posibilidad de mil palabras de arruinar el
momento. El placer, administrado a pinceladas, te hará esclava de mis
designios. Al parecer, ahora el esclavo será otro...
Igual pierdo
Para
que no me hagan daño, me encierro; entonces igual me hago daño yo mismo,
sometiéndome al encierro. Para que no me despojen, me aíslo y así conservo mis
cosas; entonces igual me despojo yo, quitándome la oportunidad de seguir
recogiendo vida del camino. Para no errar, no hago; entonces igual yerro. Para no
armar un desorden irreparable con mis días, monto una tramoya alterna que me
deja extenuado; entonces igual todo termina desajustado. Estoy atrapado por el
riesgo de vivir, por el paso dubitativo, por mi nuevo amo, que es la necesidad
de certeza absoluta.
sábado, 10 de noviembre de 2012
Basta de cháchara
Tanta
palabra de más. Tanta expresión absurda que echa el momento a la basura. Pero debe
ser así, debemos decir tanto y tanto hasta atiborrar al otro de todo lo que
pensamos y no pensamos, que ni nos enteramos cuándo comenzamos a desperdiciar
momentos, sensaciones, llegadas a algo mejor. Haz, concreta, deja pasar, tómame
la mano de una vez, pero deja de hablar, de argumentar, de decir que crees
saber o que ya lo sabías. No importa. No me importa ni nos importa quién de los
dos es más racional. Lo que nos debería importar es que el día fluya, que el
ánimo y la intención fluya; que eso que llaman magia salga de una vez y nos encandile con su
brillo inigualable, a partir, preferiblemente y por favor, del silencio.
viernes, 9 de noviembre de 2012
Demasiada gente para mi gusto
Crisis de multitud. Tengo crisis de
multitudes, de gentío. El ruido de todos ustedes hablando a la vez
se me hace insoportable. Sus caminares, sin sentido aparente, sin
dirección previsible me fastidian. Esta concentración de
transeúntes sin propósito, en despropósito u ocio rampante me
causa tensión. Hasta su silencio colectivo me desespera. La sola
idea de que se abrirá ese portón y se acabará mi tranquilidad, me
tiene meneando la pierna de terror. Quiero estar solo, aprovechando
que quiero. Quiero estar en la penumbra, en el silencio, donde pueda
volver a escuchar mis propias voces, acalladas desde hace tanto; mis
propios fantasmas, que desde hace mucho no me zumban al oído, no se
me aparecen para decirme un par de vainas contundentes. Por todo lo
expuesto, agarra a todos tus amigotes y sus instrumentos
perturbadores y te los llevas lejos... se te agradece.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
Sal de ahí
Sal de ese celular y encuéntrate con
el saludo fraterno. Sal de esa computadora y recupera el apretón
de manos, el abrazo cordial. Sal de el televisor e intenta tus
propias decisiones, una existencia real. Sal del entretenimiento
constante, pernicioso que hace que tus días se consuman, te
consuman. Sal de esa oficina, que te quema tu creatividad
encerrándola en cuadritos de formularios gastados. Sal de esa casa y
revive el sol en tu piel, el mar en tus pies, el viento en tu guiño dormido.
Vive.
martes, 6 de noviembre de 2012
En la trácala
Me
di cuenta de la trácala. Al fin, a mi pesar, descubrí lo que había debajo de la
mesa, en la manga, en el ir y venir de las miradas insidiosas. De una manera
repentina, quedé boquiabierto ante tanta trampa, ante tanta ligereza de la
ética, la moral y las buenas costumbres. Todo gira alrededor, mostrándose con
cinismo, con desparpajo, sin un gramo de vergüenza por lo que se perpetra a
ratos. Ya me convencí de que todo frente tiene un reverso, una mampara, una
careta. He visto que el vecino se mueve con tal agilidad en una oportunidad –tal
vez su única- y me pregunto qué le pasó, cuándo se echó a perder. Quedé tan
estupefacto y marcado que ahora trato de ver el reverso de todo lo que se me
atraviesa; trato de saber qué se traen, dónde está la caída, y hasta cuánto
puedo sacar de ello. Ya estoy movido. Ya me comienzo a sentir ajustado al nuevo
escenario, en la trata de intratables, en el intercambio de unicidades, con las
patas en el barro espeso de mi nueva senda. No pude evitarlo. No quise… no
quise evitarlo. Ya basta de tanto
sacrificio: Ahora soy normal.
Eres tan frágil...
Todo
ese tema de tu fortaleza. Toda esa costosa farsa en ejecución. La verdad es que
habías logrado engañarme por un buen rato; pero de pronto, muy de pronto, vi en
tus ojos la huida de quien se siente frágil, perdido. Desde ese momento, no sé
si me has pillado en mi hallazgo; pero ahora puedo identificar cada momento de
peligro que te acecha. Eso sí, no puedo negar tu tremenda habilidad de
transfigurar la derrota inevitable en un triunfo pasmoso; no podría yo -ni loco
que fuese- desacreditar todo el arte con que lograste cubrir tus lagunas
infranqueables, tus nubes grises, tu viejo rompecabezas de piezas perdidas. Sin
duda el dolor fue tu mejor consejero. Sin nada que objetar a tu brillante
supervivencia, debo dejarte tranquilo y alejarme un poco, tal vez, para
aprender más de ti desde lejos, desde aquí, desde donde puedo ver cómo invocas
toda clase de conjuro contra los acorralamientos que se te avecinan. De verdad
que te admiro por eso, por todo esa victoria parcial contra la adversidad. Por otro
lado, sólo me das lástima.
sábado, 3 de noviembre de 2012
Eternos rincones creativos
Tu ridícula ingenuidad te lleva a pensar, de nuevo, que ya todo se
inventó, que no hay más nada pendiente por ver la luz del día. No eres capaz de
alejarte un paso y detallar el paisaje engañoso, los mensajes truculentos y avasallantes
que dicen que la regla es una. Toda esa academia, todo ese catálogo que te
venden es una juntura rigurosa de la existencia, pero como todo intento por
contener lo incontenible, se queda corto. Cuando completan ellos su flamante
última edición, de por los rincones y las rendijas han surgido nuevas
inspiraciones, nuevos momentos de infinita creatividad que bajito se burlan de
tu sacrosanto inventario. Despierta. Despierta cada día con nuevos ojos, con
nueva piel que note los mágicos partos que se ocurren lejos del camino, lejos
del ojo avizor del gendarme controlador al que le rindes tu agradecimiento.
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