Se acumularon las consecuencias de mis decisiones y no luzco bien. Se fueron juntando, poco a poco pero imparables, los productos de mis consideraciones pasadas en un retrato que no me gusta nada. Ya no puedo defender honestamente mi posición de siempre —ya no— y me dispongo a ver qué hago con este caldo grisáceo de situaciones que me autopropiné y saber si tengo todavía posibilidades de responsabilizarme o, por el contrario, me sigo haciendo el pendejo.
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