El amor deberá ser la guía. La acción amorosa será el instructivo para hacer las cosas bien. Sin mucho análisis, sin manuales complejos, sin reglas estrictas y sin leyes más allá de una filosofía de la bondad. La bondad bien entendida como constructora del bien y no como el regalo incondicional que termina en enredo o desgracia. Claro, la capacidad de leer las instrucciones no será gratis y habrá que pagar un precio amargo en entender el significado del amor verdadero.
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