Perdón a mi madre. Perdona, vieja por tardar tanto en valorar tu amor y tus esfuerzos analfabetos. Perdona el impulso atropellado que le di a tu crecimiento durante el mío. Perdona esa sensación de abandono de mi parte que te ataca de vez en cuando. A partir de ahora te seguiría pidiendo perdón por muchas otras cosas que te ocasioné, pero en este punto debo compartir la responsabilidad contigo misma y con las generaciones anteriores que fallaron inconsciente y recurrentemente en proveer las herramientas necesarias para lograr la felicidad.
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