Los pensamientos, las emociones y las expectativas se disparan en la dirección en la que apuntan nuestras creencias. Para pensar, sentir y actuar distinto hay que cambiar la dirección esas creencias. Hay que acudir a nuevos discursos externos y a nuevos modos de percepción. Pero, ¿con qué motivación? ¿Qué haría que prestásemos atención a algo distinto a lo que creemos? Bueno, puede ser que comprendamos que nuestra verdad es una creencia y que esa creencia, que ha sido voluntaria en gran medida, finalmente nos ha jodido la vida.
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