Siento que la plena libertad no se puede alcanzar mientras uno esté acompañado o dedicado a las responsabilidades familiares o fraternas a las que todos nos vemos obligados, muchas veces, por nuestras propias decisiones. Claro, habría que definir cuál es esa "libertad" de la que hablamos y que colocamos como un objetivo en la vida. Podría ser que no quisiéramos esa libertad en la que somos arrojados al ruedo para ocuparnos, para decidir y ocuparnos de cada aspecto de la vida. Tal vez no deseamos ese grado de soledad, de independencia y preferimos el apoyo de nuestros queridos-queridos en cada vez más cosas con las que tengamos que lidiar. Tal vez lo natural-emocional se pelea con lo intelectual-interno y termina ganando la caricia, la sensación de compañía, el apoyo, aunque tenga considerables vaivenes, altibajos, enfrente a alcanzar la autorrealización y la paz absoluta. Tal vez es una batalla perdida la de perseguir la libertad en el sentido panfletario, romántico o práctico. Tal vez es cuestión de negociar con el interlocutor permanente un espacio de libertad en el que los aspectos individuales se revitalicen y fortalezcan en lo posible, para regresar luego a un estado compartido de cada vez más perfección en estos entornos modernos antagónicos a lo estable, a lo silencioso, al gozo moderado en lugar de la pasión continua y desgastante del videoclip de moda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario