Somos los protagonistas de nuestra historia, una historia de la que, como quiera que sea, somos los autores. Y como siempre ocurre con los protagonistas de las historias, nos perdemos en la trama, en los enredos, en los detalles del devenir sin, muchas veces, detectar el rumbo objetivo de los acontecimientos. Como todo protagonista, todo gira alrededor nuestro y somos nosotros quienes actuamos y somos nosotros a quienes nos ocurren las cosas; todo el resto de las cosas, de alguna manera, tienen que ver también con nosotros. Sin embargo, y como los autores de la misma historia, somos quienes imprimimos en la mente del protagonista sus ideas, sus decisiones, sus miedos, sus sueños. Como escritores de cada línea, somos nosotros quienes gobernamos el orden y magnitud de los hechos narrados esa la historia. Podría tomarse como un ejercicio todopoderoso de parte de quien, son su pluma, decide qué ocurrirá a continuación —y el placer del ego es parte de la motivación de cualquier autor—. Sin embargo, quien mueve los hilos también tiene la oportunidad de cambiar la vida del protagonista ya que puede tener la visión panorámica de la trama y saber, sin mucho análisis, cómo van las cosas, cómo se siente el protagonista y así darle un buen final a la historia. Tal vez este libro o novela ajustados antes del final no tenga mucha venta por lo enredada y fastidiosa que podría tornarse en determinado momento, pero sí que podemos estar seguros de que, tanto el protagonista como el autor, quedarán satisfechos… y eso es lo que realmente importa.
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