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lunes, 11 de noviembre de 2019
Sutilezas mutiladoras
Sutilezas
mutiladoras. No haré eso porque me puede hacer daño. No haré aquello porque
puede ser perjudicial. Mejor no salgo por si las moscas. Y así vamos, evitando
esto y aquello por miedo a sufrir de alguna manera. Evitamos, incluso, lo
grande que toca a la puerta por evitar lo que nunca termina de ocurrir. Parece una
estadística engañosa, terrible si sale el numerito; pero la vida parece ser eso
mismo de cabo a rabo. Amanecer vivo parece un premio de una lotería que nos ha
favorecido hasta el día de hoy. Dejar de vivir por seguridad, por miedo a
resultar dañados, suena a mal negocio. A pesar de los riesgos, siempre pensamos
en los peligros previstos, no en los otros, los repentinos, los que al final
saldrán al paso y de cualquier forma tomarán lo que vinieron a buscar. La vida
sigue pareciendo el mayor premio recibido y recortarle pedacitos para meterlos
en la nevera o la alacena por si acaso, es tan loco como cierto que recibirás,
con la suerte de siempre, 24 horas más de vida sin importar las que creíste
acumular, que creíste ahorrar, que ilusamente pretendiste arrancarle a la
muerte. Una vida así no debería ser tu trofeo. Así que si no tomas Gatorade
porque tiene sal, retiene líquidos y te pondrá gordo o gorda, será mejor que vayas
contactando a un siquiatra para recuperar la cordura y así comenzar a vivir con
un poquito más de plenitud antes de arrepentirte de tantos días tirados a la basura.
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