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jueves, 3 de octubre de 2019

No fuimos tan diferentes

No fuimos tan diferentes. De hecho, en algún momento de nuestra vida tuvimos tanto en común que creímos que caminaríamos para siempre juntos. Es como los eclipses, cuando la luna tapa al sol perfectamente, pero solo por rato sorprendente, tan maravilloso que uno quiere que se quede así. Pero como toda rareza, después de un rato se convertiría en algo normal… y ya sabemos cómo somos necios con las normalidades. Hubo sincronía, hubo comunión, hubo perfección; como no la hubo antes, como no la hubo después. Y así todo lo demás, porque todo está de paso, hasta lo que aparenta quedarse va dejando su estela disimulada. Incluso lo que conserva la misma cara y el mismo cuerpo cambia y se muestra distinto: cambia la profundidad de la mirada; más aún cambian los momentos, las oportunidades que fueron precisas para nuestros fines de otros tiempos, ahora parecen locuras irrepetibles. Pero ya pasó, ya no es. Ahora es otra cosa, son otros momentos, otras oportunidades maravillosas del día de hoy los que estás dejando pasar entre tus nostalgias, paradójicamente, como no dejaste pasar aquellas de ayer que, según tú, fueron toda una chifladez.

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