En estos días me sentí
bien porque te tenía. No era la simple escena inconsciente de siempre, sino una
especie de contemplación repentina. Verte caminar enfrente de mí no era el
pasaje usual que han tejido los años y su rutina, la costumbre o la odiosa
usanza. Aquello fue un brusco y dulce alto en el camino, en el que se me
permitió apreciar y agradecer, de nuevo, el regalo de esta época.
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