Llegando
al banco, con todos mis años colgando en la lengua y luego de subir una
escalinata de 25 elegantes tramos. Señor -le dije al vigilante- ¿por dónde se
retira la pensión? El señor, muy amablemente, dijo que los adultos mayores
deberían hacer la cola del fondo. “Adulto mayor”… me agrada. No me habían dicho
así nunca; siempre con epítetos que casi me denotan como un perol desgastado,
casi inútil. Ahora puedo ver hasta avisos y letreros con el término “Adulto
mayor”, que lo dignifican a uno, a nuestra autoestima. Pensé que estaba
llegando, al fin, un cambio a favor; que podíamos estar más tranquilos cuando
pensamos del respeto por venir que, según puedo apreciar, tenemos; aunque,
mirando y reflexionando del nuevo paraíso, escuché a un cretino gritar desde el
final de la cola: “Coño, viejito, ¡muévete!”
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