Hay algo a punto de ocurrir. Sólo falta un empujoncito. Algo caerá, algo
sonará, alguien dirá algo, una lágrima saldrá a su último paseo. Todos se
miran. Todos se toman de la mano. El viento, al pasar, abanica el cabello de
los próximos protagonistas. Todos están esperando el momento final, antes de
actuar. Todos esperan el banderazo, que haga que se cumpla la misión. De
repente, se escucha un estruendo; es un sonido amplio, que llega hasta los
músculos. Cada quién escucha su señal y en un último respiro, se levantan,
avanza, hablan de una vez. Por todos lados se ven parejas abrazadas,
aprovechando para decirse lo que estaba escondido, para decirse lo que tienen
que decirse lo que la cobardía no permitía. Si volteamos a ver al otro lado,
hay un padre y su hijo, sonriendo sin decirse más; niños abrazando a sus
padres, como si nunca los hubiesen visto juntos. Solo, apartado del camino, hay
alguien llorando de conformidad, de una paz que nunca llegaba… mirando hacia el
cielo, cerraba un capítulo. Todo pasaba en cadena, de un lado a otro, mejor de
lo que se esperaba. Poco después, anocheció y todos estrenaban cena de lujo,
completos, conversando, con guiños y sonrisas inéditas, felices. Esta noche,
todos dormiremos tranquilos, entre abrazos de sueño, hasta el amanecer. No
importa si ayer fue verdad, sólo saben que es posible, que es hermoso. No
importa si llega a ocurrir de verdad.
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