Amigos por la red. Amigos sin verse. Amigos de
lejos. Extraños sentimientos donde sólo se conoce la mitad del otro, por decir
mucho. Terribles preguntas que no se hacen. Escurridizas respuestas que no se
dan o se visten de otras. Compañía segura, si se trata de encender el aparato.
Comunidad de menos de un siglo de edad que no termina de unir a la gente. Fotos
engañosas de lo que somos, transfigurándose en lo que queremos ser, en lo que
el otro quiere, necesita, que seamos. Oscuro túnel de medias verdades, de
flores más rojas que lo real, tristezas más profundas de lo creíble por
nosotros mismos, tranquilidades profundas como un cable, como un conector, como
el sonido de unas teclas. Mudas soledades que buscan en la oscuridad, con los
brazos extendidos para ver qué chocan primero. Ojos cerrados voluntariamente
para no ver la verdad que pueda venir por la mitad de camino. Honestidad
recortada a la medida. Muertes ajenas decretadas con un simple “Apagar equipo”.
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