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martes, 28 de enero de 2014
Yo soy el mejor
Yo soy el mejor. Soy el mejor y no me importa la
sencillez. Yo llego tarde. Yo rompo las reglas y me doy el permiso para fallar.
Como soy el mejor, soy perdonado. Como soy el mejor, me necesitan. Como soy el
mejor, conservo mi puesto. Yo logré mi sueño. Yo me arriesgué y gané. Yo soy
uno de los que se para en la cima con su trofeo y grita que todo es posible. Yo
no trabajo en grupo. Yo prefiero trasnocharme por sacar una idea adelante y
mostrar mi logro a la colectividad expectante. Yo obtengo el reconocimiento que
merezco, porque soy el mejor. No me negarán que hay cierto placer en echarle en
cara a los demás que soy el mejor… no puedo evitarlo.
¿Me elegiste a mí?
¿A mí? ¿Me elegiste a mí? ¿Por
qué? Dime la razón de tu decisión. Yo siempre he estado detrás de las cortinas,
con las manos en la cara. Tengo mis tesoros escondidos, pero siempre han sido
cosa mía; nadie ha expresado nunca deseos de compartirlos. No te creo. No hubo
señales. Es toda una sorpresa. Por eso quiero saber la razón. ¿será que tienes
el don de poder ver por dentro sin acercarte? ¿Será que he estado en
observación desde hace tiempo y no me enteré? Imagino que quien está corto de
vista soy yo, envuelto en un no gigante, en mis párpados infinitos, en
mis complejos florecientes. De cualquier manera, por haberlo hecho, mereces
este caramelo. Por haberlo hecho, mereces una conversación. Yo, como nunca he
sabido qué es lo que merezco, seguramente te hastiaré hasta que te enojes y, al
irte, volveré detrás de los muros a los que siempre he pertenecido.
viernes, 24 de enero de 2014
Mi regalo
En estos días me sentí
bien porque te tenía. No era la simple escena inconsciente de siempre, sino una
especie de contemplación repentina. Verte caminar enfrente de mí no era el
pasaje usual que han tejido los años y su rutina, la costumbre o la odiosa
usanza. Aquello fue un brusco y dulce alto en el camino, en el que se me
permitió apreciar y agradecer, de nuevo, el regalo de esta época.
miércoles, 22 de enero de 2014
Refresco de vida
Haré un
corte de cuentas, pero de verdad. Haré un corte de cuentas, pero al revés. No
resumiré lo que he hecho o sido hasta ahora para ver cómo voy. Borraré, en
cambio, la historia. Aniquilaré el pasado. Terminaré de un plumazo con la
inercia, con la tradición, con lo que siempre ha sido así, con el oscuro
pasado. Hoy seré bendecido por el amanecer. Hoy sentiré una nueva brisa en mi
cara, un nuevo mensaje qué dar y recibir. No me importan tus días antes de hoy
al conocerte, y espero que me correspondas con eso. Hoy, a esta hora, comenzará
la construcción limpia, sin contaminación alguna, con la frescura y la emoción
de lo nuevo, de lo incierto. Ya no hay decretos ni prohibiciones enquistadas en
mi mente, en mi corazón. Así que, de ahora en adelante, caminaré a un nuevo
paso, con los oídos, los ojos y la piel abiertos a la nueva verdad que ocurra
ante mis sentidos, ante una cabeza abierta y sin prejuicios. Desde ahora, seré
libre.
domingo, 19 de enero de 2014
Bajo control, ¿eh?
Todo está bajo control. No me preocupo. Mis
previsiones son brillantes, no te preocupes. La confianza es parte inseparable
de mi ambiente. No sé por qué, pero hoy me siento especialmente esperanzado en
que todo saldrá bien, inmejorable. Tengo el pálpito de triunfo, de que saldré
en hombros. No sé cómo podría detenerse mi alegría, y no lo sé porque no existe
tal obstáculo. He colocado todas las piezas, de una manera novedosa, casi
infalible, que me garantiza más de lo que imaginas. Debo colgar ahora mismo, porque
tengo el presentimiento de que algo grande pasará.
Amigos por la red
Amigos por la red. Amigos sin verse. Amigos de
lejos. Extraños sentimientos donde sólo se conoce la mitad del otro, por decir
mucho. Terribles preguntas que no se hacen. Escurridizas respuestas que no se
dan o se visten de otras. Compañía segura, si se trata de encender el aparato.
Comunidad de menos de un siglo de edad que no termina de unir a la gente. Fotos
engañosas de lo que somos, transfigurándose en lo que queremos ser, en lo que
el otro quiere, necesita, que seamos. Oscuro túnel de medias verdades, de
flores más rojas que lo real, tristezas más profundas de lo creíble por
nosotros mismos, tranquilidades profundas como un cable, como un conector, como
el sonido de unas teclas. Mudas soledades que buscan en la oscuridad, con los
brazos extendidos para ver qué chocan primero. Ojos cerrados voluntariamente
para no ver la verdad que pueda venir por la mitad de camino. Honestidad
recortada a la medida. Muertes ajenas decretadas con un simple “Apagar equipo”.
Conque... adulto mayor, ¿no?
Llegando
al banco, con todos mis años colgando en la lengua y luego de subir una
escalinata de 25 elegantes tramos. Señor -le dije al vigilante- ¿por dónde se
retira la pensión? El señor, muy amablemente, dijo que los adultos mayores
deberían hacer la cola del fondo. “Adulto mayor”… me agrada. No me habían dicho
así nunca; siempre con epítetos que casi me denotan como un perol desgastado,
casi inútil. Ahora puedo ver hasta avisos y letreros con el término “Adulto
mayor”, que lo dignifican a uno, a nuestra autoestima. Pensé que estaba
llegando, al fin, un cambio a favor; que podíamos estar más tranquilos cuando
pensamos del respeto por venir que, según puedo apreciar, tenemos; aunque,
mirando y reflexionando del nuevo paraíso, escuché a un cretino gritar desde el
final de la cola: “Coño, viejito, ¡muévete!”
Achaques Tecno
Las fotos
de mi abuela, mi madre, y hasta las de mis hijos están en fotos que se
acercaban, peligrosamente, a no tener píxeles. Las canciones que sonaban cuando
era niño, que eran las que escuchaban los viejos de la vecindad, no osaban
tener megahertz. Según escuché, la
primera red social del venezolano fueron las plazas y teatros. El trompo,
el yoyo, el papagayo, las metras y la
“ere” no se vendían en cidís. Sólo conversar en un zaguán o en una mecedora,
escuchando historias deslumbrantes del campo, de la vida sencilla, no se
transcribía en foros o chats. Pasear sólo por el placer de hacerlo, y hasta de
estar solos un rato con la naturaleza, no generaba fotos ni comentarios
posteriores, fuera de ti y de mí. Seguro son los achaques galopantes, pero desde
este rincón tan parecido a lo que fue, me siento débil e inútil con todo este
montón de botoncitos y pantallas que pretenden ser lo nuevo que el mundo
brinda. “Send”… “Send”… ¡Coño!
A punto de ocurrir
Hay algo a punto de ocurrir. Sólo falta un empujoncito. Algo caerá, algo
sonará, alguien dirá algo, una lágrima saldrá a su último paseo. Todos se
miran. Todos se toman de la mano. El viento, al pasar, abanica el cabello de
los próximos protagonistas. Todos están esperando el momento final, antes de
actuar. Todos esperan el banderazo, que haga que se cumpla la misión. De
repente, se escucha un estruendo; es un sonido amplio, que llega hasta los
músculos. Cada quién escucha su señal y en un último respiro, se levantan,
avanza, hablan de una vez. Por todos lados se ven parejas abrazadas,
aprovechando para decirse lo que estaba escondido, para decirse lo que tienen
que decirse lo que la cobardía no permitía. Si volteamos a ver al otro lado,
hay un padre y su hijo, sonriendo sin decirse más; niños abrazando a sus
padres, como si nunca los hubiesen visto juntos. Solo, apartado del camino, hay
alguien llorando de conformidad, de una paz que nunca llegaba… mirando hacia el
cielo, cerraba un capítulo. Todo pasaba en cadena, de un lado a otro, mejor de
lo que se esperaba. Poco después, anocheció y todos estrenaban cena de lujo,
completos, conversando, con guiños y sonrisas inéditas, felices. Esta noche,
todos dormiremos tranquilos, entre abrazos de sueño, hasta el amanecer. No
importa si ayer fue verdad, sólo saben que es posible, que es hermoso. No
importa si llega a ocurrir de verdad.
viernes, 17 de enero de 2014
Aparecieron manchas
Hay manchas. Manchas
regadas por todas partes. Manchas que se mueven, que parecen ir de un individuo
a otro; que se aprenden, crecen y se mudan. Que parecen no terminar.
En medio de mi cacareada inmunidad, observo y observo. Veo
en la cara de los otros la limpieza que me garantiza el haber compartido con
ellos algunas cosas mías. De repente, en un movimiento imprevisto, veo que en
el otro lado de su rostro hay una mancha. Una mancha que no veía, que no
sentía, que no imaginaba. Una mancha que desconcierta y, antes de querer una
explicación, sólo quiero sentarme y tratar de pensar... y luego descansar un
rato.
Tal vez no son manchas absolutas; quisiera pensar que no es
así. Quisiera pensar que son territorios negros con los cuales se me hace
sencillo guardar distancia y que sólo atacan a parte de la persona... que no es
un ataque masivo, pero de todas maneras espero una explicación, una razón para
lo que parece una payasada de la vida. ¿Será que esa debilidad es imprevisible?
¿será que existe en cada uno de nosotros esperando la oportunidad de
presentarse? ¿será que la distancia entre lo bueno y lo malo se recorta
inexorablemente ante algún artificio maléfico de circunstancias? ¿será que sólo
no hemos tenido la oportunidad? ¿será que jugamos a juzgar? ¿será que jugamos a
perder? ¿cuánto valemos? ¿tan poco que sería mejor regalarnos o perdernos?
...la vaina está jodida.
miércoles, 15 de enero de 2014
Somos sólo adjetivos
No somos personas. No somos
una experiencia única. No somos un hecho irrepetible. No somos un cúmulo de
felicidades, de logros; de drama y frustración. Somos adjetivos. Somos una
palabra que denota a otra, al parecer, ninguna de las dos mejor. “El Negro ese”,
“El loco ese”, “El mendigo ese”, “El terrorista ese”, “El viejo ese”, y un
etcétera vergonzoso. Siempre inventaremos un adjetivo que funcione como un saco
de basura en el cual meterte, y así separarte de mi cuestionado mundo rosa. No te
concederé expresiones de respeto. No te
llevarás ni un solo calificativo que afirme tu humanidad. En caso de grato acercamiento
entre tú y yo, no pasará de ser una aventura exótica, algo raro que permitiste
que ocurriera. En caso de acercamiento no habrá intercambio, sólo tu presunto
aporte a mi miseria… dices tú.
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