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lunes, 17 de febrero de 2020

Equilibrio sin rebote

Es esa situación escandalosa en la que vivimos sumergidos en un mal, y cuando el sufrimiento no se aguanta más, salimos corriendo con toda nuestra pasión y nuestra gritería hacia la pared de enfrente y nos convertimos facilito en lo que antes criticábamos. Es saltar entre los extremos, entre los opuestos, como un manoteo por reflejo, como si fuésemos simples imbéciles que no sabemos medir las magnitudes, las cualidades, las implicaciones. Ser anti, ser contra, moverse en función de la negación suena a pelea, a revancha, a burda venganza. Es natural, por supuesto, pero hay que ver qué queda de toda esa rabia contenida y luego liberada con semejante rencor. Vivir 500 años de un lado y 500 años del otro no otorga ningún crédito plausible. Es tan rico tener la razón cuando solo se tiene la mitad de la información y el amor necesarios para estar en equilibrio. Es tan placentero como efímero restregarle al otro que estaba muy equivocado y que ahora está sometido, por algún tipo de justicia divina, a nuestro favor, a nuestros dictámenes. Equilibrio es respeto. Equilibrio es paz. Equilibrio es la búsqueda de algún promedio saludable que nos dará el gozo necesario para disfrutar el paisaje completo y evitar las enfermedades tan típicas, repetitivas y vergonzosas por el tiempo que nos quede de vida. El equilibrio no tiene opuesto.

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