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lunes, 9 de diciembre de 2019

La alegría está sobrevalorada

La alegría está sobrevalorada. Una emoción tan efímera no debe ser el blanco de tanto deseo, de tanto plan, de tanto estropicio. Sí, claro, los acontecimientos importantes, los logros, las metas cumplidas producen alegría, pero no es por estar alegres o felices que nos embarcamos en estas luchas. Es por estar distraídos, ocupados, por “estar en algo” que nos trazamos estos objetivos, muchas veces alejados de lo que somos realmente. Estar alegres es como estar bañados: se siente bien, se siente fresco, se siente correcto, pero en algún momento habrá que repetirlo para que valga la pena; y a ese ritmo inestable, quien no tiene suficientes acontecimientos alegres, tanta leña para mantener esa costosa flama encendida, desarrollará esa adicción conocida a la sonrisa forzada, a la búsqueda incesante de retazos baratos de material a consumir que mantengan andando ese vehículo tan solicitado y atiborrado de gente que llaman alegría.

2 comentarios:

  1. Quizás sea el único estado en que se quiere estar, para no recordar lo difícil que es la vida, y eso que el humano actual la tiene más fácil que todas las generaciones que nos presidieron.
    Saludos.

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  2. Así es, José. Creo que mirando bien la cosa, tanto la alegría como la tristeza están sobrevaloradas, mientras las paz y el bienestar duradero quedan siempre detrás de la ambulancia.

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