Hónrame por lo poquito
digno que tuve. Anda, toma con pinzas esas pequeñas, superficiales y simpáticas
cosas en las que me involucré y magnifícalas para que todos las puedan ver;
para que puedan apreciar lo chévere que soy, lo prohombre que soy, lo ilustre
que soy. Tapa con la cobija de la mudez el resto de mí… es decir, lo que soy en
verdad. Zanja la opinión de mi audiencia hacia lo brillante, lo creativo, lo
colaborador que soy a veces. No dejes un resquicio de duda acerca de lo
agradable y conveniente que soy para esta comunidad de ciegos aletargados que
no ven más allá de mi acto de prestidigitación. Cierra para siempre la puerta
que lleva a mis basurales, a mis miserias indecibles. Veo que entendiste. Entonces,
chico, encárgate pues de los eventos que cayeron para hoy: el de la inauguración,
el otro del bautizo y el de la noche, la condecoración; pero eso sí: sonríe…
mira que te están tomando desde el árbol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario