No hay gente mala: hay gente ignorante. ¿Ignorante de qué? De la bondad, de esa capacidad y disposición para hacer el bien… de la virtud, pues, que se quebró durante su crianza o por una experiencia en particular. Seguramente mucha gente pensará que estoy hablando paja y que, por supuesto insistirá en que hay gente mala. Tal vez ese pensamiento sobre “gente mala” es parte de nuestra necesidad de que haya alguien malo a quien echarle la culpa de lo que pasa. Quizás es la necesidad de etiquetar rapidito al otro para no conocer sus motivos al hacer maldades, alejándolo y perdiendo la oportunidad de comprenderlo y poder ayudar en el futuro. Quién sabe si tal vez es falta de ganas en asumir nuestra responsabilidad en los asuntos, porque ¿sabes?, nunca vamos a querer admitir que en algún momento pertenecimos al grupo de las personas malas.
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