Tengo la fantasía recurrente de quedarme solo en un lugar remoto y amanecer sin las comodidades de ahora y, de alguna forma, sin las incomodidades de ahora también. En esa fantasía, me levanto de la cama en la mañana y comienzo a sentir y a enterarme de mis necesidades naturales, verdaderas, a medida que pasan las horas, los días, los meses. Al parecer, esa fantasía tiene un propósito que estriba en saber qué necesito y qué no, agradecer el logro y despojarme de los lastres inconscientes autoimpuestos durante tanto tiempo mientras viví al ritmo ajeno, a un paso que aunque no es expresión de mis necesidades, de mis decisiones en libertad, se ha convertido en mi manera acanalada de vivir. Lo que finalmente me atemoriza a la vez que me emociona es que esta no sea una fantasía, sino una premonición.
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