Bendito amigo, que sorteaste todos los premios escandalosos y los peores calvarios. Bendito una y mil veces porque pudiste mantenerte en la franja digna como camino regular poniendo la otra mejilla. Bendito por no tener que subir para luego caer o bien derrumbarte para volver renacido. Tu sabiduría proviene de haber toreado con éxito las tentaciones tan a la mano, de haber tenido solo la alegría necesaria, solo el miedo de la sobrevivencia. Ligera tu conversa, valiosa tu perspectiva, la cual tiene, entre tus consideraciones de años y experiencias, un dejo engañoso de ingenuidad. Un abrazo sentido, amigo.
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