Juventud, chispeante ceguera, necesaria ceguera. Ceguera llena de colores, de descubrimientos, de construcción de mapas choretos sin conocer aún el terreno real. Mapas y argumentos que se van ajustando con cada año, con cada esquina inesperada que no aparecían en el dibujo anterior que tanto defendimos. Necesario empuje —muy loco a veces— que nos hizo saber que el paseo era más interesante, y que como ciegos temerarios que al caminar sin temor alguno se enteraron finalmente cuál era el límite real, apartando para siempre la parcela ridícula con la que el miedo nos extorsiona como si fuera la realidad.
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