Eres tan sereno, que
inquietas. Tu tranquilidad choca demasiado con mis apuros, con mis ansiedades. Pareces
estar, mientras tu cuerpo camina entre nosotros y en medio del lío de siempre, en
un sitio mejor. Antes daba por descontado que estabas loco, que te faltaba un
tornillo, pero tu mirada portadora de un brillo extraño a todo, harto especial,
me encendió la curiosidad. Nada parece perturbarte demasiado. Sí se te nota
alguna inquietud esporádica, pero me fijado que después de algún instante vuelves
como imantado a lo que parece ser un equilibrio, tu aparente estado normal. Tus
breves palabras siempre son reconfortantes. Tus ritmos al caminar, comer e
incluso al contemplar el paisaje deja ver que andas en otra fiesta. Haces las
mismas cosas que nosotros hacemos, pero de un modo distinto. En lo cotidiano te
ocurren casi las mismas cosas que nos ocurren a nosotros, pero debo confesar
que solo nosotros nos sumergimos y enjabonamos en la queja y la recreación frecuente
del momento pasado; que solo nosotros caminamos con gríngolas autoinfligidas,
sin darnos cuenta del resto del panorama y hasta caminando en círculos. Ha pasado tiempo desde que te conocí, y muy
poco a poco me he dado cuenta de quien está loco y sin un tornillo soy yo. Tengo
miedo de conocerte mejor. No me atrevo a entablar una conversa extensa contigo.
Temo, al final del cuento que es mi vida, enterarme de que todo lo que he
construido hasta el día de hoy esté montado sobre una ilusión mentirosa a punto
de derrumbarse… de que toda mi existencia se haya sostenido por una falacia no
solicitada que comienza a crujir por el peso de la inconsciencia. Mejor nos vemos luego.
Espero que te guste el contenido. Para sugerencias, objeciones, protestas o propuestas, escribe a "leonardo.rothe@gmail.com"
domingo, 20 de agosto de 2017
viernes, 18 de agosto de 2017
Somo solo unos pocos...
Somos unos pocos
enseñándole a millones de personas lo que queremos que perciban de la vida para
que “sepan” qué es la vida y cómo vivirla. Pronto llegarán otros pocos a
decirle a esos millones cómo es que nosotros y quienes nos creyeron estábamos equivocados.
Siempre somos pocos los que dictamos. Siempre son, a la otra orilla, millones.
miércoles, 16 de agosto de 2017
Estaré contigo
Estaré contigo, pero
no en este cuerpo. Seguiré a tu lado, pero no en la forma acostumbrada. Tendrás
que aprender a percibirme de una novísima manera no tan evidente, no tan demostrativa,
en horarios más íntimos y acordes a tus necesidades… si las tuvieses. Podrás hablarme,
pero las respuestas que obtendrás dependerán de tus nuevas antenas, esas
capaces de captar sin traducir lo que somos lejos del ruido, de esa distracción
mundana que causa todas esas penas ficticias y hasta ridículas. Estaré. Siempre
he estado. Ahora, en esta transición, siento que no hay pérdida, que todo es
parte del proceso que siempre tratamos de evadir con recetas de luces y espectáculo,
y que ese costoso desvío es lo que produce el sobresalto que ahora puedo
apreciar como carente de sentido. Pero si no es ahora, igual será. Te aseguro
que mantendremos esa comunicación que siempre tuvimos, pero más provechosa, sin
la obstrucción de los sujetos, los verbos y los predicados que enredan todo;
sin el prejuicio de quien se esfuerza porque todo sea como sus caprichos se lo
dictan al oído. Estaré contigo. Estarás conmigo.
Ya salí deso...
Ya recorrí ese camino
que tanto temía recorrer, pero mírame ahora con esta cara de contentura. No se
compara de ningún modo con los temblores del comienzo, de solo pensar que tenía
que hacerlo, de que no tenía otra opción… que se me habían acabado las excusas
y el último derrumbe me arrimó ahí mismito, al barranco. El sueño era como un
gato que se quedaba un rato a mi lado, pero que avanzada la noche se levantaba
y se iba hasta quién sabe cuándo. Pero nada, chico, aquí yazgo en el sofá, con
la tranquilidad que da la falta de resortes encontrados unos con otros. Nada de
esta claridad mental y de espíritu luce remotamente como el constante
sobresalto en el que me debatía, teniendo la solución a la mano, pero encerrada
en mi cuerpo paralizado, sudoroso, al escuchar la campana que tañía durísimo “otra
vez lo mismo”. Quién sabe cuántas veces tenga que pasar por la misma tortura;
seguir una y otra vez dejándome atemorizar por las jugarretas de mi mente, en
lugar de dejar fluir lo que tengo en las manos y resolver de una vez lo que
nunca fue un problema.
Viejo poeta
Viejo poeta. Ya muy viejo
poeta. Ya pasado de edad para tener edad para ser abatido, para recibir la
crítica de que es un loco descarriado. Ya no se puede, es tarde para eso. Ya el
viejo pasó del gusto superficial y luego intenso de los garabatos iniciales a
estar sumergido, a ser poesía él mismo, para caminar, dormir y despertar
todavía en idiomas poéticos, en versos, entre sus queridas plumas viejas. Hace años
que el hombre dejó de saber cuándo es que paga una factura, hace una cola o sube
un ascensor tararear mentalmente una composición incipiente en lenguaje criollo,
que se dispone a nacer, que se le escapa. En fin, y para hacer el cuento corto,
se fue José Antonio Castro, un tipo que no conocí sino por el enlace que me
pasó la Maraca: https://youtu.be/xwUaHhWLmbk
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