Dar ejemplo recoge todo aquello tan difícil de decir y de entender. Es como llevar la muestra pieza a la tienda en lugar de describirla largamente. El ejemplo quita de en medio los malentendidos que normalmente aparecen en la comunicación. Por todo ese beneficio de omitir lo que no se sabe decir ni escuchar en un momento dado es que, al dar un ejemplo, quien recibe el mensaje expresa un “ah, ya sé” de iluminación del entendimiento. Ha de ser por eso que la muestra es tan poderosa. Cuando se observa un comportamiento, una forma, se sabe, sin mucho parloteo, si hay correspondencia o no, si hay coherencia o no, si, incluso, hay hipocresía o no. No importa lo que digas o digan de ti; la muestra de tus formas comportamiento saltarán por encima de todas esas manipulaciones y entenderemos, muy fácilmente, de que se trata… qué bicho eres realmente.
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