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miércoles, 24 de marzo de 2021

Soñaba

Soñé que despertaba en un mundo distinto. Soñé que al abrir los ojos no hubo incomodidad por la luz suave de la mañana. Soñé que me levantaba percibiendo un entorno muy distinto. No se veía como cada mañana, con el tedio y el hartazgo de siempre. Esta vez se daba a conocer en colores agradables, casi mis preferidos: se sentía como una nueva bienvenida a mi vieja vida, hasta ahora llena de resistencia, de lucha, de frustraciones del pasado y de angustias del porvenir. Todo parecía marchar solo, sin el forcejeo reglamentario al que estoy acostumbrado. Después de gozar mi desayuno, tan sencillo como el de ayer, salí a caminar y a disfrutar de las nuevas tonalidades de los árboles y de la tierra fuera de casa. Después de un rato sentado en el banco de la vereda, de ver gente y animales pasar, me di cuenta de que no surgió ningún juicio, ninguna etiqueta contaminante. Al pasar las horas también me fui dando cuenta de que sin lista de tareas pendientes, todo fluía bien, con un automatismo casi mágico, sin lamento en el traspié, sin juzgar el momento. Debí detenerme en algún punto del día de mi sueño y notar que ni los juicios ni la culpa llegaban a mi mente, lo que, en mi criterio intelectual lógico de causa y efecto sólo podía explicarse por una inmensa aceptación de todo lo que ocurría. Sonreí en el sueño y estoy seguro de que sonreí también en mi cama. Espero que todos estos sueños, los que se repiten cada vez más, anuncien el cambio sin retorno. Espero que algo ocurra, pero rápido, porque cuando despierto cada día, normalmente comienza mi pesadilla.

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