El propósito es la motivación válida, el
objetivo ponderado, la meta trazada; pero también es lo que define nuestra
dirección de hoy mismo, es el origen de la fuerza que aplicamos en este minuto:
de donde deberían salir las ganas. El propósito es lo que hay que recordar cada
día para para no dormirse, para no hastiarse y dejar el camino. El propósito es
el recordatorio diario de para qué estamos aquí, lidiando con esto. El propósito
es lo que ayuda a examinar si lo que se hace cada día vale la pena o es un
desvío desechable, prescindible, un estorbo tal vez. Hay momentos oscuros en
los que se pierde de vista el propósito, y con él, el sentido real de la vida y
sus detalles, sus momentos, su belleza, su gozo. Si al final del día no se
acerca unos centímetros hacia su propósito, mi pana, vaya lavándose la cara y
afine la vista para dibujar su mapa… eso sí: calmadito, pues.
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