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domingo, 4 de marzo de 2018

La escoba está sucia


La escoba está sucia por debajo. A pesar de su función limpiadora, está cada vez más sucia por debajo. Está sucia porque tiene contacto con la basura, con su objetivo. Después de varias limpiezas, el sucio se comienza a acumular y a mostrarse. Es entonces cuando el dueño de la escoba necesita retirar un poco el polvo, la mugre. Si no se practica este mantenimiento, la escoba pierde las propiedades para las cuales fue creada y su dueño no obtendrá el resultado esperado. Así es como este utensilio conservará consigo, perennemente, en algún nivel, cierto grado de impureza.
Según esta premisa, parece que nadie que tenga una determinada función profiláctica está exento de tocar la mugre en algún momento. Parece que a pesar del propósito original, soñado, anhelado por años, el camino y su rutina están siempre prestos a ofrecer cierta cantidad de mugre dispuesta a adherirse y a acumularse en nosotros. Parece que la mugre es inherente al camino, a la vida, incluso a la función —aunque parezca paradójico—, y más si se tiene un dueño diligente.

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