Deja de resistir, deja de luchar, deja de ir en
contra de la corriente —que ni siquiera es tu corriente— porque tu cuerpo se
enferma. Entrégate a la vida, al flujo de los acontecimientos. Entrégate al
amor y a la compasión. No ocupes tu vida —toda tu vida— en cambiar lo que no te
es permitido cambiar. Logra verle el sentido a las cosas como son, a sus propósitos
superiores, a la concordia entre todos los que habitamos el planeta. Aléjate un
rato del ruido que distrae; disfruta del silencio y del mensaje que deja. Abandona
los atavíos que te amarran imperceptiblemente al sobresalto interminable. Reconoce
la conciencia que está detrás de tu mente, detrás de tanto pensamiento destructor
de tranquilidades, detrás de esos apegos absurdos e inútiles que te impiden
caminar. Deja de resistir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario