Aprecio con alegría y
agradecimiento lo que recogí de la fuente. Soy solo el pescador que sabe dónde
lanzar el anzuelo, el que tiene el privilegio saber dirigir el esfuerzo. Soy el
medio, no la fuente. La fuente radica más allá de mi entendimiento; de hecho,
no la quiero entender. Soy quien camina y disfruta de los elementos que me
fueron obsequiados por un tiempo, y que sin embargo no desea escudriñar para
catalogar, fastidiosa e infructuosamente, lo que llega a sus manos con
espontaneidad. Me rehúso a preguntarme, a excavar, a establecer con academia, de
dónde es que proviene todo aquello que acompaña mi existir y provee liviandad,
sosiego. Por ahora, seguiré flotando en lo que es, no en lo que debe ser. Después,
si tanto te interesa, le buscamos un nombre.
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