La crisis solo
multiplica lo que hay dentro, escuché. Como sabemos, si se multiplica por cero,
dará cero. Si no hay nada dentro, al empujar la crisis, no resultará ninguna
tara, retorcijón o crimen a la superficie evidente. El pobre es delincuente por
su necesidad desmedida, ¿cierto?... ¿Y qué tal si hay un pobre diablo que resulta
honesto, consecuente, auténtico? ¿Qué tal si existe lo contrapuesto? El germen
reside dentro, al parecer. El factor multiplicable durante la crisis, según
cuentan, no depende de la cuenta corriente. Según dicen, el bicho inoculado
durante la historia compleja es susceptible de crecer por el efecto
multiplicador de cualquier variable del ambiente. Aparentemente, no es solo una
anécdota, un cuentico. Según dicen, es un sedimento que convive y que está
dispuesto a asomarse para tomar el control cuando sea oportuno y expresarse
ensordecedoramente al ser llamado a la acción. Entonces, ¿cómo quedamos con la
moral aquella, con el cuentico aprendido, con los principios inyectados a
carajazos, con lo que aprendimos y estamos dispuestos a defender?
Mejor nos olvidamos del tema…
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