Ego, te veo volando sobre la ciudad y
dejando una estela que cae sobre cada uno de nosotros. Te veo
gobernando las acciones, los impulsos, las decisiones. Te veo en los
sitios usuales, como en TV, en las revistas, en el cine; no hay
novedad en eso. Lo curioso es que también te escondes en ocasiones
en las que no estás identificado, catalogado. También te veo, ego,
en la caridad publicitada, en la bondad de cartón y pantalla. Te veo
en las historias de salvación con patrocinadores, en los intentos
forzados de redención. Eres un pícaro que se inventa insospechados
escondrijos en los que, sin ser detectada tu presencia, te inflas
casi hasta reventar y triunfas. Eres un maestro en eso de ser lobo
entre ovejas, ego. Por eso, mi pana, te felicito, pero también debo
reivindicar tu inexistencia en la solidaridad sin público, en la
generosidad en secreto, en el benefactor que no se queda a recibir
las gracias ...en esas cosas que tanto nos hacen falta. Por todo
ésto, jódete ego.
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