Pasas pisoteando templos ajenos con
tanta naturalidad. Vas golpeando dignidades con la sonrisa de sobrado
que te adorna. Pretendes enlodar, con un zarpazo, el sedimento que ha
tardado un vida para llegar a ser suelo. Arguyes brillantemente -eso
sí- cada uno de tus criterios cuadrados, repletos de líneas y
vértices, cada una de tus revelaciones destempladas de cómo son las
cosas. Eres una cosa frígida, vacía, que flotas por sobre el
paisaje colorido, cálido, profundo, asegurando que es gris, frío y
plano. La sensibilidad no te interesa porque te descontrola, porque
en el pasado te has vuelto imbécil por sentir. Por eso has decidido
ser alguien inteligente, alguien lógico, alguien acertadísimo para
huir efectivamente de eso a lo que le temes, pero que te rodea y te
toca la puerta cada noche.
Espero que te guste el contenido. Para sugerencias, objeciones, protestas o propuestas, escribe a "leonardo.rothe@gmail.com"
jueves, 27 de diciembre de 2012
miércoles, 26 de diciembre de 2012
¡Jódete, Ego!
Ego, te veo volando sobre la ciudad y
dejando una estela que cae sobre cada uno de nosotros. Te veo
gobernando las acciones, los impulsos, las decisiones. Te veo en los
sitios usuales, como en TV, en las revistas, en el cine; no hay
novedad en eso. Lo curioso es que también te escondes en ocasiones
en las que no estás identificado, catalogado. También te veo, ego,
en la caridad publicitada, en la bondad de cartón y pantalla. Te veo
en las historias de salvación con patrocinadores, en los intentos
forzados de redención. Eres un pícaro que se inventa insospechados
escondrijos en los que, sin ser detectada tu presencia, te inflas
casi hasta reventar y triunfas. Eres un maestro en eso de ser lobo
entre ovejas, ego. Por eso, mi pana, te felicito, pero también debo
reivindicar tu inexistencia en la solidaridad sin público, en la
generosidad en secreto, en el benefactor que no se queda a recibir
las gracias ...en esas cosas que tanto nos hacen falta. Por todo
ésto, jódete ego.
jueves, 20 de diciembre de 2012
¡Qué falta de delicadeza, pana!
Qué fallo, qué falta de delicadeza es hablarte de mí. Qué falta de todo
es decirte que ni tú ni el resto de mis seres amados son todo en mi vida. Qué vaina
tan aguafiestas es decirte que tengo guardada una parte de mí que necesita
recrearse lejos, renovarse en medio de la soledad. Qué desfachatez resulta
venirte a contar cosas que son nuevas y desconcertantes para ti, pero que
guardo desde siempre, tapadas con mi cobardía de perder lo que justo ahora
parece perderse de todas maneras. Por no practicar la soledad voluntaria,
necesaria, ahora la voy a practicar a los carajazos, de repente, con vulnerable
virginidad. Veo arrastrarse, pues, hacia mí, cierta amputación inexorable,
dolorosa, desesperante; pero también puedo ver que en la cola de mi víbora de manufactura
casera hay una nota en la que alcanzo a leer: “Todo estará bien… después de todo esto
tendrás tu nueva oportunidad”.
sábado, 1 de diciembre de 2012
Demasiado para estar juntos
Somos
demasiado ya juntos. Ya éramos mucho cada uno por su lado. Cada uno tenía sus
riquezas, sus encantos fatídicos; cada quien contaba con el arsenal lleno del
cariño y el amor adecuados para compartir, para brindar belleza en libertad. Solíamos
leer la mente de los otros, entrando por los ojos y los labios. Éramos dos
fulgores que se atrajeron y armaron un portento de juntura. Nada más atractivo
existe que tales estrellas se unan para que ocurra la explosión que provea la
claridad para siempre. Pero algo crujió por dentro de mí y huí. No supe más de
ti. Tuve miedo. No sé qué hacer con tanto brillo –pensé–. Tal vez no brillo
tanto como tú –sentí, mientras temblaba en el rincón–. Quizás no brillo como todos
se esfuerzan por hacerme ver, y todo desencadenaría un desastre, una embarrada
sin precedente. No quiero ser protagonista del fracaso reiterado. Mejor me
quedo por acá, bien lejos de tus divinos rayos, haciéndole creer a quienes me
rodean en estos tiempos, en estos predios, vendiéndoles que soy el nuevo centro
de su sistema chucuto, mientras no dejo de sentirme como una despreciable
estrella enana.
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