Se cierra el círculo. Cada vez se cierra más y
hasta un vértice le vi en estos días. No hay duda de que hay mucho menos
material mutuamente interesante a compartir en estos tiempos. La intensidad, la
indiferencia y el miedo en todas sus formas buscaron meterse entre las rendijas
de la conversa y no pudieron, por lo que optaron por derribarlas para que no
fueran más. Esa idea, aparentemente anacrónica, de juntarse para disfrutar y
aprender unos de otros está en sus estertores, agonizando. Se cierran las
puertas para el crecimiento compartido, dejando uno que otro parapeto de
plástico para lo superficial, para lo frívolo e insustancial, y claro, rapidito
para la casa, porque comienzan los silencios incómodos.
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