Aunque no lo creas, tienes una vida interior. Escondida, aplastada, como quieras. Aunque no la sientas, esa vida interior te gobierna, gobierna tus pensamientos, tus decisiones, tu ánimo, tus ganas de hacer las cosas. Aunque te escondas entre dispositivos, ella está ahí, esperándote. Es tan absurdo que ignores lo que te gobierna, que es como si quisieses andar con un velo, con los ojos cerrados. Aunque no creas que tienes algo dentro que debes enderezar para que el resto se recomponga, seguirás sintiendo ese dolorcito que crece y se encoge, que se asoma y se esconde, pero que nunca desaparece.
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