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viernes, 25 de noviembre de 2022

Oda al cerebro

Qué vaina, cerebro mío, que tanto te atesoré desde siempre. Qué vaina que te cuidé, te alimenté incluso con cantidades ingentes de conocimiento. Qué gran mito ese, de que eras lo más importante, donde nacían los proyectos, donde radicaba finalmente la sabiduría. Caja de herramientas incomparable con la que argumenté siempre para ganar y con la que golpeé cuando quise. Pero qué vaina, cerebro, que después de tanta devoción, ahora, en medio de esta tristeza que no puedes descifrar por mí, que necesito de tus mecanismos mágicos y evolucionados para ser feliz, tu silencio y tartamudeos me dejan ver que resultaste tremendo fiasco, tan inigualable estafa continuada. No bastas, cerebro. No bastas para resolver los verdaderos problemas de mi vida.

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