Hablé con mi ego. Al fin pude. Le pregunté qué quería y sonrió como si mi pregunta fuese ingenua. "Todo", me dijo. ¿Pero qué era todo eso? Cuando se lo pregunté, le asomé el amor, la compasión, la conexión con los demás, la tranquilidad y me dijo que no, que eso no. El "todo" que quiere el ego viene siendo la visibilidad entre los demás, las posesiones, el sentido de la importancia que nunca tuvo; toneladas de conocimiento de coctelería y la permanente comparación con los demás: ganar, quería el ego. Al escuchar todo ese montón de basura, esta vez sonreí yo, cerré los ojos de nuevo y lo vi irse de nuevo... bien arrecho, por supuesto.
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