Necesito un perdedor. Necesito
uno, pero rápido. Necesito que alguien falle para sentirme superior, para
sentir que soy mejor y hasta que le puedo aconsejar. Necesito ver que todo se
hunda a mis derredores para sentir que me elevo. Necesito detonar explosivos en
otras bases para quedar erguido, solo, en medio del desastre. No veo otra
manera. La cosa está difícil. Mis fracasos se cuentan en tales magnitudes que
no me queda sino hacer tropezar a otros, dificultarles el camino, cerrarles las
puertas que todavía quedan bajo mi control, justo antes de mi extinción definitiva. Ganador
es ganador, mi pana: yo no hice las reglas.
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