¿La
Verdad? ¿Cuál verdad? Uno de los problemas con las personas que creen poseer la
verdad exclusiva, es que no conversan, no discuten, no escuchan. Ellos te
orientan, te ayudan, y en el peor de los casos, te ignoran… pero no oyen. Quien
tiene la verdad en su bolsillo ya alcanzó su objetivo y no necesita nuevos
puntos de vista. Quienes se abrogan la verdad no necesitan a ningún lado porque
ya llegaron. ¿Cómo hablar con alguien que está convencido de que estás equivocado o que eres su enemigo? Y ahí, desde ahí, riegan al resto de los seres, cual jardinero,
con lo que ellos creen es su mayor aporte: Su verdad. Sí, chamo… está bien:
tienes razón.
Espero que te guste el contenido. Para sugerencias, objeciones, protestas o propuestas, escribe a "leonardo.rothe@gmail.com"
jueves, 25 de abril de 2013
miércoles, 17 de abril de 2013
¿A qué sabes?
¿A qué sabes? ¿Eres dulce, amargo, ácido? Bastante aburrido después de
un rato. El verdadero sabor es el sorpresivo. Una probadita a lo agridulce es, más bien, efervescente, astringente; espeso al final. Un tanteo con el picante, que
golpea, que revuelca y deja una sonrisa jadeante en los ojos rojos. Así te
quiero saborear, con expectativa por delante, con un poco de respeto que parece
miedo infantil. De esta manera me gustaría colocarte en el mantel y tomarte con
los dedos pelados, desnudos, atrevidos, y claro que temblorosos. Así, pues,
eres un aroma indescifrable hasta ahora; eres el objeto divino de degustación
que se me antojó cuando pasé por tu vitrina descubierta, y que no importa qué
tan costoso me salga catar tus delicias, una, otra y otra vez más sin el temor de
aburrirme.
miércoles, 3 de abril de 2013
Parado en el borde
En el límite se comienza a saber de
las verdades, se comienza a sentir el sabor de lo inminente. Al
borde, parado en la línea prohibida y mirando hacia ambos lados, es
cuando se tiene el poder de saber, de sentir algo más que el miedo
de siempre, que el prejuicio de siempre. En el umbral es donde sí se
actúa con conocimiento de causa, con la balanza hasta ahora
escondida, prohibida, ahora a la mano. Ir y venir regala la certeza,
pero a precios muy impagables por el séquito. En el límite estás
solo y resultas peligroso para la audiencia... Pero al fin eres tú:
el mendigo que al fin se sienta en el trono.
lunes, 1 de abril de 2013
Te compro un beso
Te compro un beso. Aquí tengo unas
monedas que te resultarán irresistibles. Te compro algo de tu
tiempo, de tu interés fingido. Unos billetes serán suficientes para
obtener de ti lo que por vía de la espontaneidad no pude lograr.
Aunque necesito que me hagas una descuento por volumen, te aseguro la
demanda de tus productos con la frecuencia que nos conviene a ambos.
Mañana traeré efectivo para unos abrazos y unas caricias, mientras
aceptas tarjetas de crédito -que de paso, no sé por qué te
resistes a ese método de pago-. Pero tranquila, entre los cheques y
mis ahorritos en el cochinito, creo que tendré tanto de ti como
estimo necesario, mientras aparece alguien que sea capaz de ofrecer
lo mismo con carácter de gratuidad sonriente, sólo a cambio de mis
tan vituperadas atenciones.
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