Todos somos creyentes. Necesitamos creer, lo que pasa es que creemos en cosas distintas. Creemos en un dios con nombre, sin nombre; en un sistema político, social o económico; en alguna fantasía de la niñez, en una forma de triunfar, de amar. El detalle es que esa creencia viene dada por nuestra visión de la vida, por nuestra percepción de las experiencias propias y ajenas y, por sobre todo, por nuestros deseos que normalmente van en contra de la realidad. Visto de esta manera, nuestras creencias ni siquiera son decisiones voluntarias, sino que están modeladas por ese influjo de acontecimientos externos, ajenos, y por nuestros filtros tan particulares, tan únicos. Así que me muero de ganas porque me cuentes sobre las cosas que afirmas que sabes.
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