Ayer murió. El día de ayer murió. A su alba
nació, nos despertó y avisó que había otra oportunidad. Tuvo su apogeo, su
declive y el gran final en la noche. Hubo para todos. Nadie podrá decir que no
tuvo su parte para vivir, para crecer. Así fue. Pero veo que, como todo muerto,
puede volver en forma de fantasma a aparecerse en el futuro. Por como veo los
rostros hoy, es seguro que ayer seguirá entre nosotros. Tedioso, como
aprendizaje, como escenario de terror o tristeza, quedó en la cabeza y en el
corazón de muchos. Y pasarán los días y las noches y ayer seguirá siendo el
punto de partida de todo lo que hagamos y dejemos de hacer hoy y mañana. Entonces
comenzará a ser una carga, un lastre tan pesado que no podremos descolgarlo de
cada acción, de cada omisión, de cada decisión que tomemos en adelante. Será una
cárcel de la que no podremos salir así tan fácil. Será un álbum macabro que se
abre en la misma página para siempre. Será, coño, tremendo fastidio.
Sera...
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