José se interpuso entre el victimario y la víctima y sufrió los efectos de su decisión. María defendió al desvalido ante el abusador y se llevó un hematoma inesperado en la cara por su decisión. Pedro no pudo evitar meterse en un lío de violencia de pareja y terminó, como dice el dicho, enemigo de los dos a causa de su decisión. Es así como la decisión de ejercer la bondad espontánea termina en un daño autopropinado e incalculable con una lección no muy clara de cómo actuar en un caso de injusticia y en la terrible comprensión de que no hay que meterse en esas situaciones dispares y seguir caminando derechito para la fiesta, el trabajo o a la cena en casa, en la que hay que enseñarle a los niños, estemmm… cómo conducirse en la vida.
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